sábado, noviembre 11, 2006

El Viaje del Héroe




Los arquetipos, como lo postuló Carl Jung, son modelos profundos y dominantes en la psique humana que continúan siendo potentes y permanentes con el paso del tiempo.
Cada uno de los arquetipos conlleva una visión del mundo y con ella diferentes metas de vida y teorías sobre qué es lo que da sentido a la vida.
Con el paso de un arquetipo a otro, cambia el paradigma, la percepción de la realidad.
Se descubre un nuevo modo de ser y de relacionarse que atrae personas que son semejantes.

El viaje del héroe es una travesía de individuación. Un viaje circular o en espiral más que lineal. Exploraremos los Arquetipos activos en nuestra vida consciente. Veremos estos arquetipos manifiestos en nuestros mundos diurnos, que nos ayudan a definir un yo fuerte, expandir sus límites para permitir el florecimiento completo del sí mismo y su apertura a la experiencia de unicidad con los demás y con el mundo natural y espiritual.

Los héroes emprenden viajes, enfrentan dragones y descubren el tesoro de su verdadera identidad. Aunque pueden llegar a sentirse muy solos durante la travesía, al final de la misma la recompensa es una sensación de comunidad: consigo mismo, con otros y con la tierra.

La necesidad de emprender el viaje es innata a nuestra especie. Si actuamos roles socialmente prescriptos en lugar de emprender nuestro viaje nos sentimos entumecidos, alienados, vacíos interiormente. Cuando las personas son desalentadas a atacar dragones, internalizan esta necesidad y se atacan a sí mismas, declarando la guerra por ejemplo a su gordura, su egoísmo, o cualquier otro atributo que consideren desagradable. O se enferman y tienen que luchar para recomponerse. Al eludir la llamada de la misión, se experimenta una no vida y generamos menos vida también en la cultura.

El viaje del Héroe, en uno de sus aspectos, comienza con la absoluta confianza del inocente, avanza con la búsqueda de seguridad del huérfano, la capacidad de auto-sacrificio del mártir, la exploración del vagabundo, la competición y el triunfo del guerrero, puede pasar nuevamente al mártir ya aprendida la lección del dar teniendo claro sus propios límites y por fin la autenticidad e integridad del Mago.